lunes, 1 de diciembre de 2014

BARROCO VIVO

barrocovivo

BARROCO VIVO-VESTIDO BARROCO

El barroco es un estilo de arte, en la pintura, escultura y arquitectura es donde su esencia física ha sido representada.
El barroco es, ante todo, el espíritu de la época que se inició a fines del siglo XVI en la vida social y cotidiana.
Ornamentalismo, teatralidad, ansias de decorar no solo los grandes salones y las iglesias, esas son características del barroco.

La exposición permanente del lugar está acompañada de textos de Bolívar Echeverría, que explican por qué, a pesar del paso del tiempo, el barroco sigue siendo una expresión que nos atraviesa y define.

El latinoamericano es alguien a quien le gusta adornarse y engalanarse para de ese modo lograr la diferenciación. Esa es una herencia histórica de aquellos años en los que la vestimenta era el reflejo de la división de clases.
Según narra la muestra del Museo de la Ciudad, los siglos XVII y XVIII fueron tiempos en los que los blancos y criollos empezaron a demandar textiles y complementos de vestimenta de Europa, entre los que se encontraban hilos de seda, brocados de oro, encajes, gasas finas, cintas labradas, etc. Con estos accesorios crearon una forma de vestir que les permitiera distanciarse de la población mestiza e indígena.

Pero esa parte de la población empezó a adoptar también aquellas formas de vestir, no como una copia del arte, de la forma de vida europea o de las acciones de las clases dominantes; sino como lo explican los textos de Echeverría: "Como una forma de vida propia de las clases marginales de las ciudades mestizas".

Lo barroco se gestó; entonces, como una "transgresión de la legalidad consagrada por la corona ibérica... Apareció como una estrategia de supervivencia, como un método de vida inventado espontáneamente por aquella parte de la población indígena que pudo sobrevivir al exterminio y que no había sido expulsada hacia las regiones inhóspitas".
Al hacerlo, crearon un estilo que teatralizó la existencia, que reconstruyó el valor de uso de las cosas y se instaló en el imaginario social, con una especie de 'magia', que convirtió a las sociedades latinoamericanas en una mixtura de estilos y formas de vida.

Y, precisamente, esa representación en los imaginarios colectivos dio paso a que hasta ahora nuestro ser sea barroco: ornamentado, teatral, decorado, con algunos excesos.
Basta ver nuestras salas donde la tecnología confluye con figuras religiosas. Donde los trabajos manuales de hijos, nietos o sobrinos adornan las paredes junto a aparadores de gran proporción, donde se guarda -a veces por años- una muestra de licores de calidad.
Basta verlo en los detalles de nuestra vestimenta, en el maquillaje. En los autos, en especial en los taxis, donde Vírgenes y santos recorren la ciudad junto con peluches, escarpines, escudos deportivos y aromatizadores de ambiente.

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