1. No fijarse un horario de
trabajo
La organización y eficiencia productiva son dos factores clave de
éxito para un diseñador. Este perfil profesional está especialmente ligado al
trabajo remoto o desde casa y la actividad freelance, esto quiere decir que un
diseñador profesional desempeña su actividad de manera independiente en la
mayoría de los casos, lo que le lleva a tener que luchar por su eficiencia
económica en un mundo altamente competitivo como es el sector online.
Tenemos que empezar a desmentir los típicos mitos sobre el diseñador
gráfico, ya que la posibilidad de contar con una flexibilidad horaria inaccesible
para el asalariado común, no quiere decir que tenga que estar disponible las 24
horas del día. En este sentido, el diseñador freelance es completamente libre
de organizar sus horarios y centrarse en aquellas horas en las cuales su
trabajo puede resultar más fructífero, lo que es muy positivo.
No obstante, un diseñador que no sepa gestionar su tiempo y
establecerse unos horarios de trabajo adecuados para él, evitando atender
llamadas u otras tareas del hogar durante este, correrá el riesgo de perder rentabilidad.
2. Llevar una mala gestión de
la economía
De igual manera, la rentabilidad que de cualquier negocio se puede
obtener viene afecta al control económico que de este se hace. Un diseñador,
por muy organizado que sea, nunca podrá vivir de su creatividad si no realiza
una planificación exhaustiva de su contabilidad.
En especial las actividades freelance o independientes requieren del
control de una serie de gastos. Un diseñador freelance, ya desde antes de dar
de alta su actividad profesional independiente, necesita conocer a la
perfección los trámites y gastos afectos a ella para poder asegurar que su
negocio sea rentable.
3. Hacer caso omiso de las
preferencias del cliente
No es sólo el cliente el que suele caer en la equivocación de
considerar al diseñador un experto en su área completamente autosuficiente, en
muchos casos desempeñar esta profesión puede llevar al error de no analizar en
profundidad las exigencias del mercado o cliente en cuestión.
Por mucha experiencia que un director de arte pueda poseer, ninguno
tiene el don de adivinar. Realizar un tanteo inicial e investigar qué es lo que
realmente el cliente busca no es una falta de profesionalidad, sino todo lo
contrario, con un análisis previo se evita gran cantidad de modificaciones e
incluso retrasos de entrega indeseados.
4. Evadir el contacto
Si bien es importante la primera toma de contacto con el cliente, una
relación con este durante todo el proceso creativo de diseño no lo es menos.
Sin necesidad de estar disponible las 24 horas del día los 365 días del año, el
diseñador profesional no puede evadir el contacto con sus clientes.
Hay que tener en cuenta que una relación freelance-cliente
transparente y de confianza es vital para obtener éxito en los proyectos, tanto
a la hora de desarrollar y cobrar un primero proyecto, como ante la posibilidad
de poder negociar futuros proyectos. Un negocio que es rentable a largo plazo
no sólo capta a sus clientes, sino que además los fideliza.
5. Buscar inspiración en el
trabajo de otros
Una de las cualidades fundamentales de un diseñador gráfico es su
habilidad de crear de manera original. Por ello, un diseñador que basa su
trabajo creativo en el plagio puede ver su carrera profesional gravemente
afectada por falta de credibilidad.
Buscar inspiración en otros diseños y documentarse antes de iniciar un
proyecto puede ser muy útil para iniciarse en el área de las artes gráficas,
pero una vez obtenidos los conocimientos más básicos y cierta experiencia es
necesario diferenciarse del resto para poder sobrevivir en este competitivo
sector. Es precisamente ese diseño con carácter personalizado lo que determina
que un cliente escoja a un diseñador u otro.
6. Perder la confianza en sí
mismo
La autoconfianza es algo que no debe perderse en ninguna profesión,
pero menos aun cuando nos referimos a profesiones artísticas, ya que requieren
del ingenio y originalidad, cualidades que se refuerzan por un carácter fuerte
y seguro.
Siempre habrá proyectos más duros de afrontar que otros, pero un
diseñador nunca debe sentir temor a fracasar, ya que la confianza que deposite
en sí mismo será la misma que transmita al cliente y determine el éxito de los
resultados.
7. Desatender la vida social
Solemos atribuir al diseñador gráfico, y en especial a los autónomos,
la tendencia a desatender los compromisos sociales o la vida familiar. Aunque
se trate de otro de los mitos sobre este tipo de profesiones, sin duda tienen
cierto reflejo en la realidad, ya que “cuando el río suena, agua lleva”.
Volviendo al error mencionado en el primer epígrafe, el no fijarse
unos horarios de trabajo lleva a la gran equivocación de mantener una jornada
laboral intermitente que termina prolongándose a lo largo de todo el día y,
además, de ello no se obtienen los resultados más deseados. Si a esto le
añadimos que trabajar demasiadas horas impide la atención de otras actividades,
la improductividad a la larga se vuelve totalmente presente, ya que la
creatividad necesita también del descanso y la desconexión.
8. Distanciarse de los
objetivos y branding propios
Algo muy común en la carrera profesional de un diseñador es ver cómo
comienza creando un estupendo portafolio con un toque personal, repleto de
diseños de logos, flyers, etc., para posteriormente quedarse obsoleto ante la
aparición de nuevos diseños de la competencia.
Una actualización de imagen cada cierto tiempo es muy importante para
no caer en la monotonía, siempre que esta no suponga un cambio en la
personalidad y filosofía de negocio, puede aportar una rentable novedad y
frescura.
9. Dar la formación técnica y
artística por terminada
Ya se trate de un entusiasta o profesional con titulación y reconocida
experiencia, la formación nunca debe darse por terminada. Tanto la teoría
escrita en los libros, como la práctica, son dos aspectos de la formación
profesional que se encuentran en continua evolución. Nunca podemos creernos los
expertos de ningún área, ya que siempre habrá nuevas actualizaciones y avances
que dejarán nuestros conocimientos obsoletos. De hecho, cuanto más aprendes más
te das cuenta de cuanto desconoces.
10. Desconocer a la competencia
Por último, recordaros que no sólo hay que ajustarse a las
preferencias de la cartera de clientes y tener un estilo propio, también hay
que conocer qué es lo que hace la competencia. Saber qué venden y les funciona
a otros es una buena manera de predecir las posibles adversidades futuras y
poder actuar antes de tiempo.
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