A todos nos ha pasado alguna vez que debemos hacer un
trabajo de proporciones bíblicas y de tan solo pensar en ello nos da ganas de
dejarlo todo, bueno una buena técnica para superar esta pereza es combinar el
trabajo con tus gustos personales, ya mucho se ha intentado esto a nivel académico
pero se ha convertido en un estereotipo igualmente aburrido “hagan un problema
aplicado a su carrera”. El punto de esto es no sentirse obligado a hacer algo,
sino hacerlo por qué quieres, en diseño gráfico es mucho más fácil, ya que la imaginación
no tiene límites, así que en vez de ver un deber como un cargo, más bien veámoslo
como una pretexto para hacer lo que nos gusta una vez más, en vez de hacer un
retrato, dibujemos a nuestro artista favorito, en vez de hacer un logo,
imaginemos que este es parte de nuestra propia empresa, etc. La imaginación es lo único que nos limita
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