El diseño gráfico desarrolló sus elementos
esenciales en los años ‘20 y llegó a obtener su perfil actual en los años ‘50.
En efecto, desde aquellos años el objetivo del diseñador dejó de ser la
creación de una obra artística y pasó a ser la construcción de una comunicación
eficaz.
Una pieza de diseño cumple eficazmente con su
función, en la medida en que es capaz de provocar una estimulación capaz de
atraer y también de retener la atención.
Esto quiere decir dos cosas:
a) Para atraer, la pieza de diseño debe producir un
estímulo visual suficientemente fuerte como para emerger del contexto en el que
se encuentra. El diseñador podrá lograr esta emergencia mediante el uso de
contrastes entre forma, contenido y tema, y el significado de la imagen debe
relacionarse con los intereses del receptor. En otras palabras: la pieza de
diseño debe funcionar como un llamado de atención. El diseñador gráfico sabe
que hay que atraer la atención del público mediante “gritos visuales”.
b) Pero la comunicación no sólo consiste en llamar
la atención, sino en transmitir mediante ese llamado, un mensaje con un
contenido determinado. Para eso es fundamental la retención. Este es un punto
difícil, que exige del diseñador una delicada consideración de las peculiares
características del público al que se destina el mensaje que está diseñando. En
efecto, para asegurar la retención, el significado de la imagen debe atraer la
atención, pero relacionándose con los intereses del receptor.
En términos didácticos, la capacidad de atracción y
retención guarda relación con los así denominados contenidos
autorreferenciales.
Los contenidos autorreferenciales son aquellos
claramente referidos a aspectos socio-culturales, histórico-afectivos e ideales
del grupo de pertenencia del destinatario del mensaje. Esos contenidos lo
ayudan para que pueda reconocerse en el mensaje desde su propia identidad. Son
muy importantes, porque las autorreferencias son la materia prima sobre la que
se metaboliza lo nuevo. Cumplen la función de unión entre lo desconocido que se
nos presenta y lo familiar en lo que nos reconocemos.
Un caso en el que estas consideraciones tienen una
especial relevancia, es en el del diseño pensado para educación.
De acuerdo con lo expuesto hasta el momento,
podemos ver que el campo de trabajo del diseñador gráfico está definido por un
eje que une información con persuasión.
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