La finalidad de toda composición gráfica es
transmitir un mensaje concreto. Para ello, el diseñador se vale de dos
herramientas principales: las imágenes y los textos.
Las imágenes aportan un aspecto visual muy
importante a toda composición. Estos con capaces de transmitir por sí solos un
mensaje de forma adecuada.
Sin embargo, el medio de transmisión de ideas por
excelencia es la palabra escrita. La esencia del buen diseño gráfico consiste
en comunicar ideas por medio de la palabra escrita, combinada a menudo con
dibujos o con fotografías.
Además de su componente significativo, cada letra
de una palabra es por sí misma un elemento gráfico, que aporta riqueza y
belleza a la composición final.
Es por esto, que el aspecto visual de cada una de
las letras que forman los textos de una composición gráfica es muy importante.
De este planteamiento se deriva que el diseñador
gráfico debe emplear las letras en una composición tanto para comunicar ideas
como para configurar el aspecto visual de la misma, siendo necesario para ello
conocer a fondo los diferentes tipos existentes y sus propiedades,
conocimientos que se agrupan en la ciencia o arte de la tipografía.
El termino tipográfia se emplea para designar al
estudio, diseño y clasificación de los tipos (letras) y las fuentes (familias
de letras con características comunes), así como al diseño de caracteres
unificados por propiedades visuales uniformes.
Fuentes Serif y fuentes Sans
Serif.
Vemos la clasificación de fuentes tipográficas en
Serif y Sans Serif.
Una clasificación de las familias de fuentes mucho
más general que la DIN 16518-AtypI, pero muy utilizada en medios digitales, es
la que divide las familias tipográficas en Serif y Sans Serif.
Las fuentes serif o serifas tienen origen en el
pasado, cuando las letras se cincelaban en bloques de piedra, pero resultaba
difícil asegurar que los bordes de las letras fueran rectos, por lo que el
tallador desarrolló una técnica que consistía en destacar las líneas cruzadas
para el acabado de casi todas las letras, por lo que las letras presentaban en
sus extremos unos remates muy característicos, conocidos con el nombre de
serif.
Otra particularidad común de las fuentes serif,
derivada del hecho de que las tipografías romanas se basaban en círculos
perfectos y formas lineales equilibradas, es que las letras redondas como la o,
c, p, b, etc, tienen que ser un poco más grandes porque opticamente parecen más
pequeñas cuando se agrupan en una palabra junto a otras formas de letras. El
grosor de las líneas de las fuentes serif modernas también tiene su origen en
la historia. Las primeras se realizaron a mano implementando un cálamo,
permitiendo la punta plana de la pluma distintos grosores de trazado. Esta
característica se ha conservado por la belleza y estilo natural que aporta a
las letras.
Las fuentes serif incluyen todas las romanas. Son
muy apropiadas para la lectura seguida de largos textos, ya que los trazos
finos y los remates ayudan al ojo a fijar y seguir una línea en un conjunto de
texto, facilitando la lectura rápida y evitando la monotonía.
Como ejemplos de fuentes serif podemos citar Book
Antiqua, Bookman Old Style, Courier, Courier New, Century Schoolbook, Garamond,
Georgia, MS Serif, New York, Times, Times New Roman y Palatino.
Las fuentes sans serif o etruscas hacen su
aparición en Inglaterra durante los años 1820 a 1830. No tienen remates en sus
extremos (sin serif), entre sus trazos gruesos y delgados no existe apenas
contraste, sus vértices son rectos y sus trazos uniformes, opticamente
ajustados en sus empalmes. Representan la forma natural de una letra que ha
sido realizada por alguien que escribe con otra herramienta que no sea un lápiz
o un pincel.
Asociados desde su inicio a la tipografía
comercial, su legibilidad y durabilidad los hacían perfectos para impresiones
de etiquetas, embalajes, envolturas y demás propósitos comerciales. Aunque este
uso motivó que fueran despreciados por aquellos que se preocupaban por los
tipos bellos y la impresión de calidad.
Poco a poco las fuentes sans serif fueron ganando
terreno a las serif. Una de las razones de su triunfo fue que los modernos
métodos mecánicos de fabricación de los tipos estaban especialmente bien
adaptados para este particular estilo de letra. Otro, que la ausencia de
remates y sus trazos finos las hacían muy apropiadas para letras grandes usadas
en unas pocas palabras para ser vistas a una cierta distancia, como es el caso
de rótulos, carteles, etc., elementos de comunicación cada vez más en auge.
Las fuentes sans serif incluyen todas las Palo
Seco, resultando especialmente indicadas para su visualización en la pantalla
de un ordenador, resultando muy legibles a pequeños tamaños y bellas y limpias
a tamaños grandes. Sin embargo, no están aconsejadas para textos largos, ya que
resultan monótonas y difíciles de seguir.
Entre las fuentes Sans Serif se encuentran Arial,
Arial Narrow, Arial Rounded MT Bold, Century Gothic, Chicago, Helvetica,
Geneva, Impact, Monaco, MS Sans Serif, Tahoma, Trebuchet MS y Verdana.
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