domingo, 16 de noviembre de 2014

El mito

Al igual que la religión, en el mundo de las marcas hay rituales. Los rituales son, de hecho, el “pegamento” que hace posible la unión entre marcas y consumidores. La marca es el objeto de devoción y el ritual es el punto de contacto del cliente con ese objeto de devoción.

La creación de rituales resulta esencial a la hora de construir una marca y lo es porque de ellos depende en buena medida la lealtad del cliente a la marca.

Durante varias décadas, la publicidad tradicional fue el altar de los rituales de marca. Las imágenes, los iconos y los jingles constituían los rituales de conexión y fidelidad a las marcas.

Hasta ahora, las marcas han tenido en sus manos el control de sus propios rituales, pero hoy por hoy ya no tienen ese poder. En la actualidad, los rituales no los fabrican las marcas sino los consumidores.
Este cambio de modelo exige una “vuelta de tuerca” en la estrategia de las marcas. Puesto que son los consumidores los que crean los rituales, las marcas están obligadas a recompensarles. Se impone, por lo tanto, la colaboración con el consumidor y no tanto el mero y simple dictado de órdenes.

En términos de comunicación, buscamos hacer de la publicidad una forma de marketing experiencial con el fin de establecer vínculos emocionales con el consumidor. Según un estudio los consumidores dan por hecho que una marca les genere experiencias únicas, y estarán dispuestos a comprar y pagar más por ella.

Cuando hablamos de rituales de producto, la experiencia se genera desde el propio uso del producto, más allá de sus usos funcionales. Los usuarios tienen en sus manos la capacidad de crear sus propias experiencias con el producto, impulsadas por la marca que involucran a sus usuarios. Esto desemboca en un vínculo emocional del consumidor con el producto.

Los consumidores buscan cada vez más participar de manera activa en la creación del producto y en el proceso de consumo, además de expresar su individualidad. El reto para las marcas es hacer de sus productos diferentes en las mentes de los consumidores a través de los rituales que se vinculan a ellos. 


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