domingo, 19 de octubre de 2014

Diseño y Ambitalidad Humana



El diseño debe ayudarnos a dar respuesta a nuestro problema fundamental: el conflicto entre las necesidades y la libertad humana.
El conflicto es inevitable, pues de continuo y a un mismo momento, nos sabemos y nos sentimos obligados y desobligados, dentro de y frente a un estado de necesidad. Menudo problema existencial con el que tenemos que lidiar a diario.
Vivimos en un ambiente humano, en un ambiente construido en gran parte por nosotros mismos. El entorno físico y cultural al que se circunscribe el desarrollo de nuestra cotidianeidad, constituye nuestra ambitalidad.



El Diseño Urbano, por ejemplo, da respuesta en términos de forma a las necesidades del hombre de vivir en sociedad. Las formas que surgen de este proceso se materializan en la disposición de elementos mediante los cuales se procura ordenar la vida en las ciudades. Cosa dificultosa si las hay, pues en cada caso se ha de tratar de establecer un orden al servicio de la vida; es decir, cuidando de no acabar componiendo un ordenamiento que ponga la vida al servicio de ese orden burocrático.

El Diseño Gráfico y el Diseño de Imagen y Sonido responden a las necesidades del hombre de comunicarse mediante formas de comunicación visual y audiovisual. En atención a los intereses de este ensayo, tenemos que puntualizar que éste es, específicamente, el área del Diseño más afín a la Educación.
Todas estas áreas del Diseño se sitúan como contenidos de una esfera mayor, a la que llamamos Diseño Ambiental o Diseño del Entorno... del entorno relacional o de la comunicación con el entorno.
Diseño, entonces, es el conjunto de acciones y reflexiones que intervienen en el proceso de creación proyectual de una obra original, sea esta espacial, objetual o comunicacional.
Dicha obra es el resultado de una actividad planificadora que conduce a programarla, idearla y materializarla mediante su construcción, su producción o su difusión, con arreglo a un propósito y fin determinado.

El diseñador gráfico, propiamente, trabaja en la interpretación, el ordenamiento y la presentación visual de mensajes. Su sensibilidad para la forma debe ser paralela a su sensibilidad para el contenido. Un diseñador de textos no ordena tipografía, sino que ordena palabras, trabaja en la efectividad, la belleza y la economía de los mensajes. Este trabajo, más allá de la cosmética de los mensajes, tiene que ver con la planificación y estructuración de las comunicaciones, con su producción y con su evaluación.


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